sábado, 30 de julio de 2011

Las misteriosas formas de Dios para enseñar

Hay que equivocarse para aprender. Y muchas veces, en la equivocación, alguien sale lastimado. A veces el otro, a veces uno mismo...el aprender, no es gratis. Algo se pierde. Estoy escribiendo esto, mientras mis hijos juegan en el comedor, juntos, ayudándose a un juego que esta en ingles y entre los dos, pueden hacerlo. Se alientan, se ayudan, discuten... pero juegan. Yo estoy en el en estudio, no quiero intervenir ese momento maravilloso y aprovecho para dejar salir lo que desde hace días, da vuelta por mi corazón y mi mente.
No se ustedes, pero creo que a veces, uno se siente convencido de cosas que luego se esfuman. Creemos amar, desear, querer... y de golpe, nos damos cuenta que estamos sintiendo eso, por alguien que no es quien esta delante nuestro. Uno se esfuerza por olvidar a alguien, por extirparlo de nuestro corazón...creyendo que otro puede ocupar ese lugar. Pero no es así, o al menos a mi no me paso.
Digo que Dios tiene una misteriosa forma de enseñar, de hacerte ver las realidades, de llevarte por su camino. A mi, es la segunda vez que me pone frente a una misma situación, nada mas que para despertarme de mi letargo. Para que de una vez por todas, me haga cargo de mis sentimientos verdaderos. Contar los detalles, dejaría esto en un simple hecho anectdótico. Pero es mucho mas, es la forma en la que me di cuenta de algo. De que ya elegí. Que ya te elegí una vez y cuando lo hice, fue para siempre.
A veces, uno se pone en manos de Dios, y el nos lleva por un camino que parece llano, simple y firme, pero en algún momento, reconocemos que no es así y pocos entienden el por que.
Ahora es tiempo de pedir perdones, hablar con el corazón y volver al camino. Algunos atajos son buenos maestros, pero hay caminos mas largos y mas sabios.